
«La seguridad de las víctimas de violencia de género es cosa de todos, desde la propia víctima, en su autoprotección, al entorno familiar y, por supuesto, de las instituciones. Es cosa de todos». Es el mensaje que lanza Cristina Marí García, máxima responsable de la unidad de la Policía Nacional especializada en combatir la violencia de género (UFAM). En un verano que empezó de la manera más cruel en lo que respecta a la violencia machista, Marí ve necesario recordar que la pata que más le falla al sistema es, a su juicio, es la concienciación del entorno de las mujeres de que «tiene que formar parte de la seguridad de la víctima«.
La comisaria Marí es la coordinadora desde hace cuatro años de las 173 unidades territoriales que en España se encargan de velar por la seguridad de 100.000 víctimas de violencia registradas en el Sistema Viogen y no termina de entender «cómo es posible que, cada vez que hay un caso letal, el entorno diga que sabía que tarde o temprano algo así iba a suceder, que hayan escuchado continuas amenazas, situaciones extremas, y no hayan denunciado».
En España han sido asesinadas este año por sus parejas o exparejas al menos 22 mujeres -y otra en Navarra de 78 años, cuyo caso se está investigando-, y casi la mitad, nueve de ellas, en el mes de junio. Este mes el Ministerio del Interior ha dado la directriz a los cuerpos policiales de reforzar las medidas de protección y la precaución durante el periodo estival, momento especialmente crítico para este tipo de crímenes.
Entrevistada con motivo de una semana de acumulación de los asesinatos machistas, que han acabado con la vida de mujeres como Dolores, Susana, Marisa, Alejandra, Ramy o Zunilda, la comisaria de la UFAM reconoce que aunque todas las muertas duelen y con cada una se le cae el alma a los pies «cuando sabes que la víctima no había denunciado malos tratos piensas que (de haberlo hecho) tal vez se hubiera podido poner en marcha algún recurso para evitarlo».
Los meses de verano son, según las estadísticas recientes, los más letales en violencia machista. La comisaria dice que siendo diversos los factores que detonan la máxima expresión de la violencia de género, el asesinato —entre ellas que la mujer anuncie la ruptura, el conocimiento de nuevas parejas— hay algunos parámetros que confluyen en verano y que señala como especialmente peligrosos, entre ellos: cambios en la rutina de convivencia por las vacaciones, el calor o un mayor consumo de sustancias estupefacientes.
«No podemos hacer que deje de hacer calor, pero una denuncia sí puede poner en marcha los sistemas de protección de la víctima. Es lo que sirve de interruptor para que esa evolución no continúe», asegura.
Preguntada por si faltan medios para combatir policialmente el maltrato, esta jefa policial cree que «podríamos poner todos los medios del mundo, pero siempre una parte residual no quedaría cubierta. Sería la respuesta sencilla decir que sí, a todos nos gustaría disponer de más medios, pero con los que tenemos el trabajo posible se hace«.
La responsable de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) considera que la seguridad de las víctimas comienza con la autoprotección. «Ellas son las primeras que tienen que contribuir a su seguridad». Y pone de ejemplo de que de nada sirve intentar que una víctima no esté localizable «si está publicando en redes sociales dando referencias que el agresor puede utilizar para saber dónde está».
Pero después incide en subrayar la responsabilidad de su entorno, sobre todo porque se da el caso de que muchas víctimas no se autoperciben como tales y porque «cualquiera que conozca este delito estaría obligado a denunciarlo». Recuerda que un maltratador siempre va a procurar aislar a la víctima por lo que recomienda al entorno no dejarlas solas y «escucharlas».
«Hay que estar a su lado, dejarlas hablar y no agobiarlas con mensajes de ‘déjale’, ‘eres tonta’, ¿no lo ves?’, porque efectivamente es que ellas no son capaces de verlo», resume. Marí recomienda denunciar por ellas, pero si no se da el paso, estar siempre dispuestos a que tender la mano en el momento en que necesiten.
La reticencia a interponer denuncias por violencia de género se debe a que muchas mujeres tienen miedo, reconoce, porque saben que el proceso es largo: «Saben además que supone romper absolutamente con la vida tal y como la conocen y eso a menudo les resulta traumático».
«Hay niñas de 12 años en el Sistema Viogén»
Desde las Fuerzas de Seguridad del Estado, que tienen que investigar cada año 40 o 50 asesinatos machistas, se pide reforzar la prevención. «Es en la educación donde estriba el conseguir reducir al máximo este tipo de delitos». Y la propia Marí recuerda que hay que seguir concienciando a todas las mujeres, de cualquier edad, de cómo operan los maltratadores.
«Hay que educar a las mayores que llevan toda su vida sufriendo este tipo de violencia y que su cultura es aguantar toda la vida y a las adolescentes, que ahí hay un problema tremendo, fruto del cual hay niñas de 12 años de edad dentro del sistema Viogen». Llegan a necesitar protección, explica, por el concepto que tienen de las relaciones, porque piensan que si sus parejas no las controlan es que no las quieren. «Hemos visto niñas que con 14 años son capaces de hacer de todo para que no las deje su novio y por no quedarse solas«.
La comisaria de la UFAM vincula la violencia de género a edades tan tempranas con «el aislamiento» que generan las redes sociales. «Antes cuando ocurría desamor, una buena amiga y una caja de pañuelos lo solucionaban. Hoy en día, aunque estén conectados, hay una falta de resiliencia y no entienden que tienen la vida por delante, que después de ese novio de 14 vendrá otro, que esto les va a tener que pasar 15 veces en la vida. Hay una auténtica obsesión por la soledad», reflexiona.
Sobre su tarea, sabe que evitar otro verano negro de asesinatos pasa por reforzar la comunicación entre las víctimas y los agentes protectores que les asignan tras la denuncia. Pero insiste en que lograrlo exige el compromiso de toda la sociedad. La comisaria Marí no quiere volver a leer la noticia de otro asesinato machista más. Y menos que el entorno diga que los había visto discutir, que algo así podía pasar, «pero no habían denunciado la situación».