
Los dos grandes partidos políticos y sus líderes están tomando posiciones tras las novedades de las últimas semanas y ante la perspectiva del comienzo de un periodo de distintos combates electorales con meta final en unas generales que nadie se atreve a poner fecha. El líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, ha activado el modo electoral del PP este domingo arropando al presidente de la Junta, Juanma Moreno, a quien ha puesto como modelo para batir al PSOE. Por su parte, el presidente del Gobierno se refugia en la política exterior (ha estado en Brasil y ahora visita Colombia) ante una semana clave en su relación rota con los secesionistas de Junts, que ponen la legislatura en la picota.
En Sevilla, Feijóo, que ha cerrado el Congreso del PP andaluz que ha reelegido a Moreno como líder indiscutible, ha advertido del peligro de la complacencia y de confiar en «carambolas», recordando la frustración de las elecciones de julio de 2023: «Por experiencia, el mayor desahogo es ganar y gobernar», ha dicho.
Feijóo ha insistido en esta idea recordando que «solo hay un camino» para que gobierne el PP y es votarlo, evitando caer en «trampas» o distracciones: «No hay otro. No nos despistemos. No lo hay». Aunque haya quienes están «empeñados en repetir los mismos errores» de las pasadas elecciones, el PP no puede dar un voto «por ganado ni por perdido».
El político gallego ha puesto al presidente andaluz como modelo de lo que él pretende conseguir a nivel nacional: «Un presidente del PP recuperó la honestidad y la decencia en Andalucía», ha recordado y ha mostrado su «compromiso» para que sea un presidente del PP quien recupere «la honestidad y la decencia en España», ha dicho Feijóo, que ha sido muy crítico con el Gobierno «de la corrupción y de la mentira», que cuando está hundido «es capaz de todo» y ha añadido que este PSOE «no tiene límite legal, ni moral, ni pudor», y que su listón ético está «en el subsuelo».
Feijóo ha recordado que esta pasada semana, hemos visto a un Gobierno con el fiscal general en el banquillo; a un ministro que «reconoce que mintió» sobre sus vínculos con una trama corrupta; a la Audiencia Nacional «abriendo investigación sobre financiación ilegal del partido»; o a Junts rompiendo con ellos.
Sánchez, en Latinoamérica con un ojo puesto en Junts
Precisamente la ruptura de Junts con el Gobierno es el principal reto al que se enfrenta el Ejecutivo de Sánchez a corto plazo, más allá de escándalos de corrupción. Los secesionistas catalanes, que oficializaron esta semana su divorcio con los socialistas, han insistido esta semana en que no hay marcha atrás y que alguien debería «abrirle los ojos» al presidente del Gobierno para que se dé cuenta de lo firme de esta decisión. El Ejecutivo, en cambio, sigue con la mano tendida, sabedor de que la ya difícil gobernabilidad de esta legislatura queda en estado casi vegetativo sin los independentistas.
Mientras, Pedro Sánchez está pasando los últimos días en un entorno que donde está más cómodo: el de líderes de extrema izquierda en Latinoamérica. En el Brasil de Lula da Silva ha participado en la Conferencia del Clima o COP30, donde ha podido dar rienda suelta a uno de sus discursos favoritos, el de la «emergencia climática», a la que ha culpabilizado de matar a «20.000 personas» en España en cinco años, y donde ha ofrecido sus datos sobre el crecimiento económico de España, logrado según él al mismo tiempo que se han reducido las emisiones.
Este sábado, Sánchez visitaba la Colombia de Gustavo Petro, donde participa en la cumbre UE-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). Según Moncloa, «esta alianza entre ambas regiones ofrece confianza, y debe servir de guía de estabilidad, progreso y apertura» y de nuevo en este país, el cambio climático tendrá un papel preponderante.
Pero este clima amable de temas cómodos para Sánchez no son sino el preludio de una semana clave para intentar recoser la relación rota con Junts, vital para la supervivencia de la legislatura. Ya este viernes desbloquearon la tramitación de la ley de Junts contra la multirreincidencia, una norma a la que por otro lado se oponen los partidos de ultraizquierda que sostienen a Sánchez, como Sumar, BNG, Bildu, Podemos o ERC.
También a finales de la pasada semana, Exteriores se apresuró a poner sobre la mesa el asunto de la oficialidad del catalán en la UE, un asunto con el que una y otra vez el Gobierno de Sánchez se ha golpeado, habida cuenta las reticencias de varios de los miembros de la Unión.
Desde Latinoamérica, Pedro Sánchez ha mostrado la importancia que tiene para su supervivencia política que Junts siga apoyándoles, y prometió que continuará «sudando la camiseta» porque «todo ese esfuerzo merece la pena». «El Gobierno es el primero en arrimar el hombro y tomarse muy en serio el cumplimiento de los compromisos», dijo.
En cualquier caso, Sánchez no asume el mensaje de ruptura de Junts y apela al «diálogo, comprensión, compromiso, voluntad de llegar a acuerdos, de no imponer y construir y compartir», y avisa que aun «con nuevos Presupuestos o sin nuevos Presupuestos» seguirá avanzando y continuará con su «hoja de ruta» hasta agotar la legislatura.