El Ministerio de Trabajo perfila una subida del salario mínimo interprofesional (SMI) para 2026 teniendo en cuenta que esta renta podría empezar a pagar IRPF. El departamento que dirige Yolanda Díaz ha encomendado a los expertos que van a calcular la propuesta de Trabajo que hagan dos cálculos. Uno para un escenario en el que el sueldo mínimo siga sin tributar (como hasta ahora), y otro, que se aplicaría en caso de que Hacienda decida que ha llegado el momento de que pague IRPF.
Así lo ha deslizado la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo en una comparecencia ante los medios después de la primera reunión de la mesa de ‘sabios’ que calcularán la subida, celebrada este miércoles. Yolanda Díaz ha encomendado a los expertos que «formalicen un planteamiento de revalorización del SMI» que tenga en cuenta esas «dos situaciones». Una forma de cubrirse las espaldas para que la subida del SMI no se diluya en retenciones al IRPF si, como parece, Hacienda fuerza que esta renta empiece a pasar por la caja del fisco.
El efecto para el bolsillo de que el SMI empezara a tributar sería globalmente modesto porque el porcentaje de salario que se iría a pagar IRPF es muy bajo en comparación con lo que contribuyen otras rentas. Sin embargo, el impacto fiscal se concentra totalmente en la subida, que queda muy mermada. Según cálculos del Registro de Economistas Asesores Fiscales (REAF), si la subida del SMI el año pasado hubiese tributado (se aprobó una deducción para evitarlo) algunos perceptores del SMI habrían tenido que pagar hasta 300 euros de IRPF. Es decir, el 43% de la subida del SMI del año pasado se habría diluido en impuestos.
Para Díaz, sería «profundamente injusto» que «una renta de 17.000 euros al año» abone un tipo de IRPF marginal similar al de una renta de 100.000. Ese tipo marginal es el porcentaje al que tributan los aumentos de renta, como es el caso de una subida salarial. La vicepresidenta segunda ha señalado que la pedagogía fiscal debe empezar «por arriba» y ha reclamado una reforma de los tramos más bajos del IRPF para que no se produzcan saltos tan grandes.
Fuentes oficiales de Hacienda consultadas por 20minutos trasladan que la posición del ministerio es separar el debate de cuánto debe subir el salario mínimo del nivel a partir del cual debe empezar a tributar. Desde el departamento que dirige María Jesús Montero, sostienen que la posición de Hacienda es que se cumpla la carta social europea (que aconseja que el SMI se establezca en el 60% del salario medio) y suba el salario mínimo. Sin embargo, no aclaran si Montero volverá a intentar, esta vez que esta renta pase por la caja fiscal.
La tributación del salario mínimo fue motivo de un choque sin precedentes entre Trabajo y Hacienda el año pasado, que se saldó con un parche en forma de deducción fiscal para que el SMI no tuviera que abonar IRPF. Trabajo siempre ha defendido que el salario mínimo es una renta demasiado baja como para tributar, mientras que Hacienda sostiene que el número de perceptores ha aumentado tanto que empieza a ser necesario que estos también contribuyan fiscalmente.
Por encima de la inflación
Respecto a la dimensión del incremento que se va a proponer del SMI, Díaz se ha limitado a señalar que debe tener en cuenta la situación de expansión económica en la que se encuentra España, el aumento de la productividad y la inflación (2,9% en septiembre). Con estos mimbres, todo apunta a que el SMI se situará en 2026 ya por encima de los 1.200 euros brutos al mes en 14 pagas (la cuantía actual es de 1.184).
Otro de los puntos clave en la negociación que se abrirá cuando los expertos hayan presentado sus conclusiones es la exigencia de los sindicatos de que las subidas del SMI no se puedan absorber y compensar en los complementos salariales de los convenios colectivos. Para UGT y CCOO esta es una condición sine qua non para alcanzar un acuerdo con el salario mínimo.