
Asiste a la COP30 (Brasil) y a la UE-CELAC (Colombia) en medio de la ofensiva contra el narcotráfico de Trump en el Caribe, mientras Moncloa reclama que cualquier acción respete el Derecho internacional.
El presidente del Gobierno emprende este viernes una gira latinoamericana con dos paradas decisivas en el tablero internacional: la COP30 en Belém (Brasil) y la cumbre UE-CELAC en Santa Marta (Colombia). Pedro Sánchez afronta ambas citas con el objetivo de reforzar el liderazgo de España en la agenda verde y afianzar su papel como puente entre Europa y la región. El contexto juega a su favor: las ausencias de líderes de peso abren espacio para que intente ganar visibilidad y protagonismo político. En Belém, el portazo de Donald Trump se interpreta como un desafío a la agenda climática; mientras que en Santa Marta, la baja de Ursula von der Leyen, Emmanuel Macron y Friedrich Merz deja margen para que Sánchez gane peso en una de sus principales bazas: la acción climática y la cooperación verde.
La gira se desarrolla, además, en un contexto geopolítico especialmente delicado en América Latina, marcado no solo por el pulso del presidente norteamericano a la agenda verde, sino también por el despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe en el marco de su ofensiva contra el narcotráfico. En este terreno, el Gobierno español tiene clara su posición, tanto en los foros oficiales como en los previsibles corrillos diplomáticos: cualquier actuación debe ajustarse al Derecho internacional y contar con una base jurídica sólida, una fórmula con la que Moncloa busca desmarcarse de los enfoques más intervencionistas y reafirmar el compromiso de España con el multilateralismo.
La COP30 y el pulso de Trump
Sánchez participará este viernes en la reunión de jefes de Estado y de Gobierno para preparar la COP30 y que también se celebra en Belém, la conocida como metrópolis del Amazonas. El Ejecutivo reivindica una delegación europea de máximo nivel, encabezada por Ursula von der Leyen, António Costa, Teresa Ribera y Wopke Hoekstra, que buscará reafirmar el liderazgo climático de la UE. Desde el Gobierno destacan el papel de Ribera, exministra de Sánchez y hoy vicepresidenta de la Comisión Europea, como una de las voces más influyentes de la política climática europea.
El Gobierno resume en tres grandes metas los objetivos de España y la UE en esta cita. Primero, avanzar en la mitigación del cambio climático, un terreno en el que Bruselas llega con los deberes hechos por los pelos: apenas dos días antes de la cumbre, y tras una madrugada de negociación, los Veintisiete sellaron un acuerdo para recortar un 90 % las emisiones de gases de efecto invernadero en 2040. Fuentes gubernamentales destacan el liderazgo de España en estas conversaciones para que el objetivo no se viera perjudicado.
El segundo frente será la financiación climática, donde Sánchez también pretende sacar pecho: España ha superado los 1.700 millones de euros anuales, por encima del compromiso asumido, señalan desde Moncloa. Pero el presidente pondrá especial énfasis en el tercer objetivo, la agenda de adaptación, un asunto que consideran de máxima prioridad política. España se presenta en la reunión como uno de los países más vulnerables a los efectos del cambio climático, con ejemplos recientes como la DANA de Valencia o los incendios del verano. De ahí que Moncloa insista en la necesidad de establecer indicadores comunes y medibles para evaluar la adaptación climática a escala global y dar un impulso real a esta agenda.
Además, Sánchez aprovechará para sacar una bandera nacional más en esta cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, la de la transición energética. En este sentido, participará en una mesa redonda para explicar el modelo español, poniendo énfasis en la creación de empleo y la competitividad. La cumbre estará marcada por la ausencia de una delegación de alto nivel de EEUU y China. La de Trump es una ausencia que puede debilitar la credibilidad global de los mecanismos multilaterales en materia climática, pero también abre espacio a que la Unión Europea y otros gobiernos estatales ganen protagonismo en estas negociaciones.
Ausencias destacadas en la cumbre de Colombia
Tras participar en la reunión de líderes, Sánchez viajará a Santa Marta (Colombia) donde el 9 y 10 de noviembre se celebra la IV Cumbre entre Unión Europea (UE) y Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). En esta cumbre, son sonoras desde hace días las ausencias, como es el caso de Ursula von der Leyen, Emmanuel Macron, Friedrich Merz o Giorgia Meloni. Por ello, el liderazgo de Pedro Sánchez será especialmente visible en una cumbre donde habrá poco más de una docena de jefes de Estado.
El Gobierno aprovecha para reivindicar el papel de España como puente político y diplomático entre Europa y esta región, un rol que considera clave en esta nueva etapa de relaciones comerciales. No en vano, hasta 2023 la asociación UE-CELAC había permanecido en punto muerto durante ocho años, sin que se celebrara ninguna cumbre de jefes de Estado y de Gobierno. Fue precisamente durante la presidencia española del Consejo de la UE, en julio de 2023, cuando se reactivó el diálogo con una cita en Bruselas que permitió retomar la interlocución política y sentar las bases para esta cuarta cumbre en Santa Marta.
Por ello, entre los objetivos de Sánchez está la cristalización de este trabajo. De hecho, se está negociando una declaración conjunta al respecto. Además, no pasa desapercibido que Colombia puede ser la antesala que aproxime a Sánchez a su santo grial en materia comercial: la firma del acuerdo con Mercosur. De hecho, en Moncloa esperan que el acuerdo se firme a finales de año aunque, de momento, persiste el escollo de Francia, que quiere introducir una cláusula de salvaguarda para sus agricultores.